Viudas del Humo
Viudas
No bastaba la pena,
el dolor de tantas muertes,
las lagrimas caídas,
el sollozo de tanta gente;
pues el fantasma del desalojo
se hizo presente,
para el gringo las casas
ya no podían ser para la muerte,
tenían que traer nuevos trabajadores
a ocupar el vacío presente;
era una pena pero sobraba
para ellos tanta gente.
Con el corazón ennegrecido
Por el humo y su magra suerte.
lucharon valientemente…
no eran sobras, ni pobres dolientes,
eran las viudas del humo
y para ellas una casa era lo urgente,
había que endurecer el corazón,
luchar tenazmente,
entonces Lidia Parada dijo presente;
De la cordillera a Santiago había
que hablar con tanta gente
y la solidaridad de muchos se hizo presente,
pero la educación y la salud
era también lo urgente
y el desalojo se hacia inminente,
pero de relevo estaban Carmen Córdova de Pino, Felisa de Gutierrez y Olga Ruz de Gonzáles,
para luchar contra todos los males que le acechaban en ese incierto presente.
Cuatro años duró la espera,
para que la población de las viudas
estuviera terminada,
pero había que seguir luchando
como leonas heridas,
la empresa las vigilaba todo el día,
¡hombres no querían,
serian viudas de por vida,!
los privilegios que en Sewell tenían allá se quedarían,
educar a los hijos,
tener para la luz, el gas.
Pero ellas siguieron sin claudicar,
las muertes de sus seres queridos no serian en vano,
no descansarían hasta tener las escrituras en sus manos…
De la cordillera a Santiago había
que hablar con tanta gente
y la solidaridad de muchos se hizo presente,
pero la educación y la salud
era también lo urgente
y el desalojo se hacia inminente,
pero de relevo estaban Carmen Córdova de Pino, Felisa de Gutierrez y Olga Ruz de Gonzáles,
para luchar contra todos los males que le acechaban en ese incierto presente.
Cuatro años duró la espera,
para que la población de las viudas
estuviera terminada,
pero había que seguir luchando
como leonas heridas,
la empresa las vigilaba todo el día,
¡hombres no querían,
serian viudas de por vida,!
los privilegios que en Sewell tenían allá se quedarían,
Todo era un luchar,
que la indemnización, las pensiones,
ser padre y madre a la vez,
no había tiempo para el dolor
y ahora al pasar el tiempo
es un recuerdo doloroso que heredaron, hijos , nietos,
que tienen algo en común,
una lucha, un dolor,
que cada año se recuerda
en la intimidad del corazón.
No bastaba la pena,
el dolor de tantas muertes,
las lagrimas caídas,
el sollozo de tanta gente;
pues el fantasma del desalojo
se hizo presente,
para el gringo las casas
ya no podían ser para la muerte,
tenían que traer nuevos trabajadores
a ocupar el vacío presente;
era una pena pero sobraba
para ellos tanta gente.
Con el corazón ennegrecido
Por el humo y su magra suerte.
lucharon valientemente…
no eran sobras, ni pobres dolientes,
eran las viudas del humo
y para ellas una casa era lo urgente,
había que endurecer el corazón,
luchar tenazmente,
entonces Lidia Parada dijo presente;
De la cordillera a Santiago había
que hablar con tanta gente
y la solidaridad de muchos se hizo presente,
pero la educación y la salud
era también lo urgente
y el desalojo se hacia inminente,
pero de relevo estaban Carmen Córdova de Pino, Felisa de Gutierrez y Olga Ruz de Gonzáles,
para luchar contra todos los males que le acechaban en ese incierto presente.
Cuatro años duró la espera,
para que la población de las viudas
estuviera terminada,
pero había que seguir luchando
como leonas heridas,
la empresa las vigilaba todo el día,
¡hombres no querían,
serian viudas de por vida,!
los privilegios que en Sewell tenían allá se quedarían,
educar a los hijos,
tener para la luz, el gas.
Pero ellas siguieron sin claudicar,
las muertes de sus seres queridos no serian en vano,
no descansarían hasta tener las escrituras en sus manos…
De la cordillera a Santiago había
que hablar con tanta gente
y la solidaridad de muchos se hizo presente,
pero la educación y la salud
era también lo urgente
y el desalojo se hacia inminente,
pero de relevo estaban Carmen Córdova de Pino, Felisa de Gutierrez y Olga Ruz de Gonzáles,
para luchar contra todos los males que le acechaban en ese incierto presente.
Cuatro años duró la espera,
para que la población de las viudas
estuviera terminada,
pero había que seguir luchando
como leonas heridas,
la empresa las vigilaba todo el día,
¡hombres no querían,
serian viudas de por vida,!
los privilegios que en Sewell tenían allá se quedarían,
Todo era un luchar,
que la indemnización, las pensiones,
ser padre y madre a la vez,
no había tiempo para el dolor
y ahora al pasar el tiempo
es un recuerdo doloroso que heredaron, hijos , nietos,
que tienen algo en común,
una lucha, un dolor,
que cada año se recuerda
en la intimidad del corazón.
Comentarios